Mala paga.

Las musas no tienen nada que ver con este post. La culpa es de un familiar cercano a mí que habiendo vivido a mi lado, y conociéndome por una relación estrecha de más de media vida ha preguntado si a mí por mis publicaciones, me “pagan algo”.

No es que me haya molestado la pregunta. De hecho esto no es más que el culmen de una serie de afirmaciones que a lo largo del tiempo que llevo en estas cosas de RRSS oponiéndome a la castromafia que desgobierna Cuba han sido pan diario. Al fin y al cabo, el castrismo inculcó a los cubanos que todo lo que no sea ellos, es enemigo; y además de carácter mercenario, es decir, que recibe una paga por su actividad anticastrista.

Tampoco es nuevo para todos los cubanos que a lo largo de estos sesenta años han sido contrarios a la idea totalitaria. Ya a Huber Matos se le encarceló por “traidor” dos décadas en un agujero, ya libre con el conocimiento de quien fue parte de aquello hablaba por radio a los cubanos alertándonos de la ponzoña, sin que por ello calase demasiado en una ciudadanía anestesiada a la que le decían que aquel, era parte de “la mafia anticubana de Miami”.

Mejor suerte correrían los de la brigada 2506. Más allá de los muertos a los que les cabe el honor de haber caído defendiendo la libertad de Cuba; a los vivos no los enviarían a un agujero, sino que los cambiaron por compotas evitándoles un encierro seguro aunque eso sí, también engrosarían la lista de empleados de aquella mafia indefinible hasta la llegada de la FNCA en que por fin el castrismo pudo poner un rostro. A la gente de Alpha 66 les tenían tanto respeto que evitaban comentar sobre quienes aun siendo parte de aquel "ejército de mercenarios", buscaban hacer política con el acero de sus arsenales.

Luego todo se desmembró con la llegada de la globalización y el Big data. Entonces a la tiranía le saldrían acusadores, demandantes y opositores de todo tipo y color, lo que ha traído como consecuencia que les resulte complicado definirnos aunque sigan utilizando los términos de “gusanos” y “mercenarios” cada día en su mesa re-tonta, para que el cubano castrado en su conciencia cívica siga creyéndose que a mí, alguien me paga por hacer esto.

¿Cómo culparle si ellos no me conocen y hay un pariente que conociéndome, ha cuestionado la rentabilidad de mi lucha?

Más allá de que en la oposición cubana exiliada, haya algunos que vendieron sus conciencias al mejor postor en pos de un beneficio personal abyecto, la historia de la oposición al castrocomunismo tiene más luces que sombras. Allí está Girón, El Escambray, Cubitas, Posada Carriles, el Presidio Modelo de Isla de Pinos, los miles de prisioneros de conciencia que han muerto o padecido el oprobioso sistema comunista sin doblegarse y sin que nadie les pagase ni un céntimo por ello. Porque, permíteme decirte algo acerca de la libertad querido cubano que de mí disientes: vale el peso de los pueblos en oro, y eso amigo mío, no hay quien esté dispuesto a pagarlo.

Si hoy conviene a Cuba que la oposición reconsidere el confluir definitivamente en un proyecto nacional transversal y apolítico, es entre otras cosas para romper con décadas de embustes y manipulación sobre un pueblo que no es capaz de plantearse que en Cuba la dignidad y el altruismo de los opositores sean una verdad incontestable, entre otras razones porque el mensaje fraccionado y por ende, pobre en términos de potencia, tiene que competir con altavoces en casas, plazas, y cabezas condicionadas a vivir en el mensaje único.

Así que andando, que es gerundio. Acabemos de rentabilizar este proyecto de derechos y libertades llamado Cuba, de la única forma que puede darnos réditos: arrimando el hombro.

Y guambán.